En colaboración con Philip Muller, os presento uno de nuestros más celébres ejercicios de escritura automática. Básicamente, escritura sin reflexión con tintes dadaístas y oníricos, que busca reflejar la suma de los estados de ánimo del momento, con un ocasional aire profético-apocalíptico:
El sombrero se le cayó sobre el hombro como ave cazada, cuando estaba bebiendo de la botella ensuciada. Mientras, allá fuera resonaban los gritos de cientos de almas perdidas y los libros suspiraban entre telarañas y palabras. Bomberos y doctorandos trataron de apagar el fuego de la ignorancia, pero descubrieron que era mejor esperar a la lluvia.
¡Oh, Babilón, qué has hecho con nuestro ser!
¡Oh, Pandora, dónde dejé la pintura de mi alma!
¿Oh Pueblo de Israel, qué nos espera, El Paraíso o Gólgota? ¿El Paraíso de edredones gastados o el Gólgota de baldosas rojas?
Montañas de basura nos esperan, pero mi intención es encontrar una flor entre toda la inmunda miseria que eres Tú.
Una rosa sin afeitar y con tacones de corcho, zapatos de azafrán y guantes de marfil, que no sepa sonreír, pero que se esté callada. Semejante proeza jamás he visto – y habré de ver – en mi vida. Porque estoy muerto.
¡¡Qué impacto!!
ResponderEliminarPara amarlo del todo, debo primero rescatarme de mi ignorancia.
Así que hasta pronto.
Fenomenal.