Es un placer leer a Jorge Luis Borges (1899-1986). La edición de sus Obras Completas me ha acompañado desde primero de carrera -- siempre ahí, impertérrito e imponente, en mi humilde estantería del Colegio Mayor. Hasta tal punto ha estado conmigo que casi forma parte de la esencia de la misma habitación.
Hace dos días empecé a leer Ficciones (1944) por segunda vez. Se trata de una colección de relatos dividida en dos partes. Me adentré de nuevos en su mundo de laberintos, espejos y bibliotecas-paraíso, en su jardín de senderos que se bifurcan, en sus maravillosos juegos de azar y rompecabezas policíacos. Conocí a Funes el memorioso, cuya desdicha es recordarlo absolutamente todo hasta el más mínimo detalle. Me empapé de inquisiciones sobre la eternidad, la inmortalidad y la existencia de Dios, ese soñador que sueña a los que sueñan ("Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo").
Leer a Borges es leer pura literatura. Literatura fantástica, metafísica, juguetona, intelectual y precisa, cargada de erudiciones, juegos matemáticos, filosofía, problemas teológicos... difícil describir la alegría que me produce la lectura de sus relatos, cada uno de los cuales tiene algo sobre lo que ponderar. Sin duda, Borges fue uno de los grandes; para mí, volver a leer parte de su obra es como reencontrarse con un viejo amigo y darse cuenta de que no ha cambiado un ápice.
Hace dos días empecé a leer Ficciones (1944) por segunda vez. Se trata de una colección de relatos dividida en dos partes. Me adentré de nuevos en su mundo de laberintos, espejos y bibliotecas-paraíso, en su jardín de senderos que se bifurcan, en sus maravillosos juegos de azar y rompecabezas policíacos. Conocí a Funes el memorioso, cuya desdicha es recordarlo absolutamente todo hasta el más mínimo detalle. Me empapé de inquisiciones sobre la eternidad, la inmortalidad y la existencia de Dios, ese soñador que sueña a los que sueñan ("Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo").
Leer a Borges es leer pura literatura. Literatura fantástica, metafísica, juguetona, intelectual y precisa, cargada de erudiciones, juegos matemáticos, filosofía, problemas teológicos... difícil describir la alegría que me produce la lectura de sus relatos, cada uno de los cuales tiene algo sobre lo que ponderar. Sin duda, Borges fue uno de los grandes; para mí, volver a leer parte de su obra es como reencontrarse con un viejo amigo y darse cuenta de que no ha cambiado un ápice.
Aquí os dejo con uno de sus mejores poemas:
EL MAR
Antes que el sueño (o el terror) tejiera
Mitologías y cosmogonías,
Antes que el tiempo se acuñara en días,
El mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
Y antiguo ser que roe los pilares
De la tierra y es uno y muchos mares
Y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera,
Siempre. Con el asombro que las cosas
Elementales dejan, las hermosas
Tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
Ulterior que sucede a la agonía.
Un soneto que... vaya.
ResponderEliminarAmo el/la mar. (sigh)
ResponderEliminarEl mar que se alimenta de la tierra.
ResponderEliminarCómo me gusta Borges a mí también.
llegue por casulidad. Me gusto mucho el blog, con tu permiso lo voy a explorar.
ResponderEliminarUn saludo en la lejania.
Quien lo mira lo ve por vez primera...q bonita linea
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