Sólo me quedan cuentos y unas cuantas nubes de mendigo
Ni veranos imposibles con ficciones y diálogos de azul
Ni travesías adormecidas con planas visiones de autobús
Todo ya caduco y quieto, el tiempo debe ser a quien persigo
Mientras miro a aquel niño en el muelle de la eternidad
Solo y silencioso, con un puñado de lluvia en su mochila
Anhelando esa estrella que aparece y el viento mutila
Cazando sueños con la escopeta robada de un abad
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