miércoles, 23 de marzo de 2011

¡Indígnate!


"Digo a los jóvenes: buscad un poco, las vais a encontrar. La peor de las actitudes es la indiferencia, decir: yo no puedo hacer nada, a mí ya me va bien. Comportándoos así perdéis uno de los elementos esenciales que nos hacen humanos: la facultad de indignación y de compromiso que es su consecuencia".

Parece mentira. Un anciano de 93 años que encamina a la juventud de nuestros días mediante un llamamiento a la revolución. Eso sí: la revolución de la no-violencia, como él dice. Stéphane Hessel, veterano de la Resistencia francesa y miembro redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, ha sido protagonista del último éxito editorial en Francia. Bajo el llamativo título de Indignaos ('Indignez-vous'), su panfleto, de treinta y pocas páginas, ha vendido más de un millón y medio de copias.

El libro llegó a España hace unas pocas semanas, gracias a la editorial Destino. En él, Hessel nos anima a combatir la mediocridad imperante y el aburguesamiento que nos rodea, bajo el razonamiento de que siempre hay motivos por los que indignarse -- hoy más que nunca --, y que hay que luchar para cambiarlos. Escribe, citando a Sartre, que el hombre es responsable en cuanto individuo. Nos hemos sumido en tal modorra pasiva que ya es difícil siquiera mover un dedo para luchar por lo que creemos injusto. Y motivos, en teoría, nos deberían sobrar. El manifiesto particular de Hessel es a la vez denuncia y propuesta, ‘un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica’ y, si bien lo que dice no es especialmente novedoso o profundo (peca, quizá, de brevedad y generalidad), leerlo me ha hecho recordar que antes la gente de verdad se esforzaba por algo. Qué fuera ese ‘algo’ es lo de menos; lo peor es que hoy nadie hace nada por nada. Porque claro, a veces resulta ser lo más cómodo en estos tiempos tan modernos e hiper-globalizados en que vivimos, donde el enemigo se caracteriza por su invisibilidad o bondad aparente .

Me alegra ver el éxito que ha tenido Hessel, no tanto por el contenido sino más bien por la idea, el concepto en sí. Hacía falta que alguien nos impulsase a no conformarnos a la mínima, a luchar con criterio y a usar la palabra antes que la violencia.
Se ve que las revoluciones, al fin y al cabo, no entienden de edades.

6 comentarios:

  1. Muy bueno. Coincido en que la gente no se esfuerza. Y el "algo" no es lo de menos, precisamente.

    Ana S.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro de que te haya gustado, genio!

    ResponderEliminar
  3. ¡Excelente! Hay que indignarse, es cierto, pero pensando. Indignarse sin más es el comienzo del cambio porque inflama nuestra consciencia, y no creo que tú estés abogando por algo más que esta simple chispa.

    Pero en nuestra era de revoluciones, hay que tener muy claro que la indignación como tal no es buena sin referencia a su objeto y a su fin. Esta es la clave, porque como decía Eric Voegelin, hay que huir de un activismo sin rumbo, de esa agitación nihilista "which paves the way for the best of all consciences, that of the totalitarian killers."

    ResponderEliminar
  4. Estoy de acuerdo. La indignación de la que estamos faltos debe ser fruto de la reflexión y la revolución debe ser, no sólo pacífica, sino sobre todo puramente intelectual y orientada a un fin. Esto último falló en el 68, una revolución pacífica bastante destructiva yo creo.

    ResponderEliminar
  5. Me encaaaaaanta! A ver si nos aplicamos el cuento, si no... terminaremos a los 98 años diciendo lo mismo, sin haber hecho nada.

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  6. q interestante.. pues si lo recomiendas te confio. debo probar leerlo en el espanol o buscarlo en el ingles....o no me importaria porque los dos son traduzcos?

    ResponderEliminar