Leí este poema el otro día y me dejó a-no-na-da-do.
Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y
cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese
pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre en
una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.
Julio Cortázar, Ultimo round
A la luz de la Escritura: conversaciones con un amigo jesuita
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[image: El Padre José María mostrándome las páginas de su Biblia]
Hay momentos en la vida en los que sientes la mano de Dios en tu vida
tomándola con ...
Hace 5 meses
Ya somos dos a-no-na-da-dos
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