miércoles, 15 de septiembre de 2010

Encuentros trascendentales: David Shultz



Aquel verano de 2007 fue un verano especial. Se acabó 2º de Bachillerato y, con ello, una etapa importante de mi vida. Pocos meses después empezaría la Universidad, momento que aún parecía lejano, aunque llegaría tarde o temprano. Pero aún quedaba tiempo. Tiempo de sobra, para hacer de todo haciendo nada, vagueando en la piscina con un libro en la mano o de fiesta con los amigos. Lo que fuera: el colegio se había terminado, y eso es lo único que importaba.

Gran parte de ese verano lo dediqué a escuchar música. Y a escribir sobre ella. En plena euforia de descubrimiento musical (que, gracias a Dios, aún no ha llegado a su fin), decidí contribuir a una página web americana especializada en música independiente, arte y cine. Se llamaba Lost At Sea. Envié un e-mail, detallando mi pasión por la música y mi entusiasmo por poder escribir acerca de ella en semejante sitio, etc. Al cabo de unos días recibí un e-mail del editor, diciendo que me aceptaban.

A partir de entonces sólo me quedaba esperar a los CDs que venían desde Estados Unidos. Era fácil: yo elegía los álbumes de los que quería hacer una crítica, el editor contactaba con el sello discográfico y, alrededor de una semana después, me llegaban a casa por correo. Más de una mañana esperé con ansiedad a que llegase el cartero.

Mi primera crítica fue destructiva. Y es que el disco de verdad era horrendo: una colección de canciones emo con tintes de country y letras sensibleras de adolescente lastimado. Al editor le hizo mucha gracia, o eso me dijo. El resto de los discos sí fueron merecedores de una buena calificación. Entre ellos estaba el por entonces último disco de Wilco, uno de mis grupos preferidos. Se llamaba Sky Blue Sky y, si no me equivoco, le puse un notable.

El caso es que pocos días después de que la crítica saliese a la luz, recibí un e-mail de un desconocido. Se llamaba David Shultz y, según me contaba, era un joven cantautor de Richmond, Virginia. Me dijo que le encantó mi crítica del disco de Wilco, del cual él también era fan, y que si no me importaría escribir sobre su nuevo disco, Sinner's Gold. Le respondí que por supuesto. Recibí su disco a los pocos días, con una nota escrita a mano que decía 'Dear Pablo. Hope you enjoy the music. Got some new songs on my mind'. Escuché el disco, compuesto por canciones de folk acústico, melodías pop ocasionales y letras intimistas. Sin ser el descubrimiento del siglo, me gustó mucho. De alguna manera, debido al extraño modo en que "conocí" a Shultz, escuchando sus canciones sentí una leve sensación de familiaridad, como si se de un amigo de toda la vida se tratase.

Y es que sí, en efecto, fue lo que llamo uno de esos "encuentros trascendentales" -- cuando llegan, llegan con toda su fuerza y dejan su marca. No siempre te confía alguien sus canciones para que escribas sobre ellas. Y ahora, tres años después vuelvo a escribir sobre Shultz por el simple hecho de que una de sus canciones me salió en el shuffle del iPod. De súbito, recordé cómo sus canciones llegaron a mí, y sólo pude sonreir. Esté donde esté ahora, le deseo mucha suerte.

Os dejo con una de las canciones del disco:
Can't Can't

Página oficial de David Shultz & the Skyline
Crítica de Sinner's Gold

1 comentario:

  1. Muy bonita historia.Me he convertido en una fiel seguidora de tu blog desde este verano.Me gusta mucho.Visita el mio alguna vez(revistamas68.blogspot.com),es modesto, tengo mucho que aprender, pero algo aportará al cuadro,eso espero. Te sigo leyendo.
    Un saludo,
    Isabel

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