A medida que las
revueltas en el mundo árabe continúan ante la comodidad de los telespectadores,
Rebecca Black destrona a Justin Bieber y Lady Gaga, sobrepasando con creces las 100 milliones de visitas de su
'Friday'. La guerra y la barbarie se convierten en lo más normal del mundo y lo cutre y obvio, enmascarado bajo un pop facilón y pueril, resulta ser la clave del éxito -- en Youtube y, por tanto, en general.
Independientemente de este choque de civilizaciones, abierto por una brecha entre lo doloroso y lo banal, en estas nuestras tierras el país entero se paraliza ante el acontecimiento nacional más importante de todos: el Clásico que enfrenta al Real Madrid y al Barcelona, que esta vez se convierte en una pugna de cuatro escalones y, para alegría de muchos (entre los que me incluyo), aún quedan los dos últimos peldaños. Panis et circenses para unos, quizá (y bien, en parte tienen razón) -- ¡pero que alguien me diga que esa final de la Copa del Rey no fue buena!
Mientras, en la madriguera de un inicio primaveral soleado y una Semana Santa pasada por agua -- y ante la inminencia de los exámenes finales --, he aprovechado para leer, ver mucho cine y escuchar mucha música. Si bien llegué tarde a la fiesta, he de decir que la primera temporada de Lost es increíble. Para bien o para mal, ya estoy oficialmente enganchado. Lo mismo puedo decir de The Pacific, que por el momento parece ser un más que digno complemento a Hermanos de sangre. He vuelto a ver algunas peliculas, como Heat (1995, Michael Mann), gran película sobre el crimen organizado en Los Ángeles, que cuenta con el duelo interpretativo entre Al pacino y Robert De Niro como principal atractivo, y la archiconocida Origen, que sigue aportando la tercera vez que la veo. Donde viven los monstruos es otra pelicula a la que le he dado vueltas, más que nada porque no es una pelicula para niños. La vi con mis hermanas pequeñas y dijeron que era "demasiado rara", no ya por los grotescos monstruos en sí, sino mas que nada por ese tono ocre y meláncolico que cubre sus escenas. Trata sobre la pérdida de la inocencia sobre todo, y de ahí su tristeza.
Algo de lo que he leído últimamente ha sido bueno. Falconer, de John Cheever deja en entredicho la habilidad del autor como novelista; su maestría con los relatos cortos es innegable, pero esta obra es monótona y rayana en lo banal. The Corrections de Jonathan Franzer, elogiada desde el 2001 como una gran sátira sobre la clase media americana y su fútil existencia, me pareció pomposa hasta el punto de aburrir; de sus 650 páginas no pasé de la 500. La última novela de Paul Auster, Sunset Park, empieza de manera magistral y engancha como pocas, pero el último tercio de la novela no llega a culminar todo lo anterior. Está claro que Auster se hace mayor, y su mayor flaqueza es precisamente esa: un comienzo muy prometedor y un desenlace que no está a la altura. Es algo que lleva haciendo desde La noche del oráculo, con lo que tampoco es que me sorprenda.
Eso sí, no todo han sido desencantos y decepciones: Rilke me ha apasionado con sus Cartas a un joven poeta, sobre todo sus comentarios sobre la soledad, elemento casi inherente a la labor creativa; Saul Bellow en Him With His Foot In His Mouth, gracioso relato sobre un anciano carcomido por el arrepentimiento, etc. No ha pasado un día de estas últimas semanas en que no haya leído algo de poesía de Dylan Thomas, que rápidamente se está convirtiendo en uno de mis preferidos. Se trata de un ejemplar de segunda mano de Collected Poems 1934-1952, publicado en 1971, que compré cerca de Columbia University en el verano del 2005. Sus páginas huelen a viejo y a pasado.
Quizá el mayor descubrimiento haya sido Against Interpretation de Susan Sontag, una de las pensadoras más iluminadoras del siglo pasado. Se trata de una colección de ensayos que versan sobre distintos temas, desde la contraposición entre forma y estilo y la literatura de Camus hasta el cine de ciencia ficción de los 50. En todos y cada uno de ellos Sontag se muestra como alguien brillante y al mismo tiempo muy cercana, con un ojo incisivo para todo. Me quedo también con su definición particular del escritor: "My idea of a writer: someone who is interested in everything".
Por último, tengo que decir que el último disco de Fleet Foxes es increíble. Todo el mundo tiene que escucharlo. Melodía y belleza en estado puro; a veces es demasiado bonito. Tras su increíble debut, Pecknold y compañía asombran de nuevo.