sábado, 13 de noviembre de 2010
sábado, 6 de noviembre de 2010
El insoportable placer de encontrar y comprar libros de segunda mano
"Second hand books are wild books, homeless books; they have come together in vast flocks of variegated feather, and have a charm which the domesticated volumes of the library lack".
-- Virginia Woolf
En el corazón del bohemio barrio de Wicker Park, Chicago, se encuentra Myopic Books, una célebre librería de libros de segunda mano, abierta todos los días (incluído domingos) de 9 de la mañana a 11 de la noche. Tiene tres pisos y más de 80.000 títulos a precios muy asequibles. He ido ya dos veces y aún me quedan unas cuantas.
La regenta un hombre grande de apariencia afable, vestido en tirantes de granjero y con una indomable barba canosa, cuya peculiar afición por el bluegrass y folk hace que la música (más americana imposible) se filtre por entre las avejentadas estanterías pobladas de libros usados, mientras uno manosea libros provenientes de un primer lector pasado -- y uno se pregunta, ¿quién leyó este libro por primera vez? ¿Por qué decidió devolverlo? Etc etc. Al pasar las páginas de los libros uno se ve lanzado al pasado de forma inmediata; las páginas amarillentas, el olor que éstas desprenden, el nombre del antiguo propietario garabateado en la primera página.
Las estanterías llegan hasta el techo y su contenido está convenientemente ordenado por categorías y en orden alfabético, mientras que los angostos pasillos le obligan a uno a andar con sumo cuidado, no sea que se tope con una estantería y quede ahogado por una masa amorfa de libros sin dueño. La tenue luz proveniente de las bombillas, que cuelgan endeblemente, así sin más, lo asemeja todo a una peculiar caverna literaria, ajena al paso del tiempo.
En mis dos visitas, me compré East of Eden de John Steinbeck (me lo leí por primera vez hace unos seis años y es uno de mis favorites); Three Lives de Gertrude Stein, la 'madre' parisina de los escritores de la llamada Generación Perdida; La caída, de Camus; unas obras selectas de Platón (The Works of Plato, en una edición de The Modern Library en tapa dura); The European Philosophers from Descartes to Nietsche, también de esta última editorial; tres obras de la maestra del relato corto, Flannery O’Connor; y Atlas Shrugged (La rebelión de Atlas en su traducción al español), de la siempre polémica y estimulante Ayn Rand. Esta es sin duda su mejor obra y uno de los libros más importantes del pasado siglo, especialmente relevante en estos días de recesión económica. Pero eso es ya otra historia. En fin, que todo por cincuenta y pocos dólares, lo cual no está nada mal.
Al entrar en la tienda uno obtiene la leve sensación de ser capaz de recibir toda la sabiduría contenida en los innumerables tomos, como una planta se alimenta por fotosíntesis. Pues bien, símiles inútiles aparte, en verdad es algo parecido. En estos días otoñales, con el punzante frío que arrecia en The Windy City, es quizá el refugio perfecto – sueño con quedarme toda una tarde en el piso de arriba (sección de libros de religión, filosofía y demás), donde a través del gran ventanal que preside dicho ático se ve (y se oye) todo el runrún de la calle hasta el anochecer. Si Borges siempre imaginó que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca, creo que no estoy muy alejado de lo que él pensaba al respecto.
TONIGHT! Bob Dylan & His Band In Chicago!
El que fuera en los sesenta, muy a su pesar, ‘the voice of a generation’ es hoy en día un troubadour de 69 años que desde hace más de veinte recorre el mundo dando en torno a cien conciertos anuales junto con su fiel banda de acompañamiento. Su voz es áspera como la lija y a veces sus propias letras resultan casi ininteligibles. Incluso sus más devotos fans (entre los que yo me incluyo) tienen a veces que hacer un esfuerzo para adivinar exactamente qué canción está tocando, ante todo porque Bob Dylan sigue leal a su constante proceso de reinvención, y sus canciones mutan sin cesar. Para Bob Dylan, nada se mantiene igual que hace décadas, y su evolución artística es claro reflejo de ello.
No es la primera vez que veo a Bob Dylan en directo, pues le vi en Pamplona en el 2007, donde puso un buen show, pero decicidamente menor a éste El concierto fue todo una experiencia, una mezcla de los hits de los 60 y 70 junto con canciones de sus álbumes más recientes. Empezó con la ‘Leopard-Skin Pill-Box Hat', convertida en un blues remolón, seguida por una inesperada ‘The Man In Me’. Su rendición de ‘Simple Twist of Fate’ fue toda una maravilla, al igual que ‘Tangled Up In Blue’, ambas narraciones de amor encontrado y perdido, desencuentros y nostalgia. ‘Ballad of a Thin Man’ fue una de mis preferidas, una versión incendiaria sobre el notorio Mr. Jones, mientras el escenario oscurecía y las sombras de los músicos se proyectaban sobre el telón de manera amenazadora.
Bob Dylan es una leyenda viva, un personaje aún enigmático a pesar de los ríos de tinta vertidos en torno a su música y persona. Verle en el escenario, ataviado con ropa de músico blues de los 30, sombrero de cowboy incluído, no tiene parangón. Cuando cogía su harmónica y entonaba un solo, enfrente de los miles de presentes, el público quedaba mudo y paralizado. Era como ver a un mago haciendo su mejor truco, tras el cual venía una lluvia de aplausos que parecía no tener fin.
En la propina empezó con 'Jolene', de Together Through Life seguida por la mítica ‘Like A Rolling Stone’, en la que el público, consistente en gran parte en baby boomers de los 60, se levantó y cantó 'How does it feel?' por todo lo alto. El concierto terminó con ‘Forever Young’, como si Bob Dylan, a pesar de los años, estuviese cantando a sí mismo, y es que por todo el tiempo y la distancia que ha recorrido en su dilatada carrera, Bob Dylan sigue siendo el de siempre, por mucho que diga en 'Things Have Changed'. Su único cometido es estar en la carretera y satisfacer a su público cada noche, y lo consigue con creces. Fue una gran noche.